CAPITULO 2:
Seguramente debí haberme consagrado al sacerdocio, y en cambio acepte un puesto como maestro en la universidad de Beardsley (Minnesota), tenia por delante un verano para mi antes del primer semestre, y pensé que podría terminar un libro de texto sobre una panorámica de literatura francesa para estudiantes americanos.
Con un anticipo en el bolsillo decidí irme a vivir a casa de unos amigos de mi difunto tío los Mckoo, en Rammsdale Nueva Inglaterra, pero al llegar me encontré con que la casa ya no existía, en su lugar había escombros, humo y dolor, la casa estaba destruida se había incendiado y yo el pobre Tom Trumper me quede sin un lugar donde residir.
Sin embargo una amiga de la familia Mckoo la señorita Simone Kaulitz enviudada recientemente acepto brindarme un lugar donde vivir.
narra Tom:
La familia Mckoo me envió un auto el cual me llevaría a casa de los Kaulitz, el conductor un judío negro el cual por cada falta a como conducir soltaba blasfemias a la primera oportunidad, no le importaba quien lo oyera, yo estaba muy entusiasmado por fin podría tener la oportunidad de ser feliz aunque sea lejos de parís en un lugar perfecto donde estar en un lugar diferente a lo que conocía el judío estaba cantando una canción pegajosa debo decir, dimos vuelta por una calle angosta y el barrio se veía muy agradable a la vista, y a propósito de viajes bruscos, estuvimos a punto de atropellar a un perro suburbano cuando tomamos la calle Lawn, poco después apareció la casa Kaulitz un horror de madera blanca de aspecto frio y vetusto, mas gris que blanca. di la propina al chofer y espere a que se marchara para irme de vuelta al hotel donde estuve anteriormente pero el solo cruzo la calle para charlar con una mujer que le hablaba ¿Qué mas podía hacer? toque el timbre...
una criada de color me recibió y me dejo ahí parado sobre una alfombra pues corría por algo que se quemaba y que no debía quemarse. El vestíbulo tenia algunos adornos, algo colgado sobre la puerta, un artefacto de madera rojiblanca de los que venden en mercados mexicanos y la reproducción preferida por la clase media presuntuosamente artística, la Arlesiana de van Gogh. Me llego desde el descanso la voz de contralto de la señora Kaulitz, que inclinada sobre el pasamanos pregunto melodiosamente -¿ Monsieur Trumper?- la ceniza de un cigarrillo cayo como rubrica, después la propia dama fue bajando los escalones en este orden: sandalias, pantalones pardos, blusa de seda amarilla, cara redonda. con el dedo índice golpeando el cigarro. Creo que lo mejor será describirla desde ahora, para acabar con ello. La pobre señora estaba entre los treinta y los cuarenta, tenia la frente brillante cejas depiladas y rasgos simples, pero no sin atracción, de un tipo podía definirse como una mala copia de Marlene Dietrich. Era a todas luces una de esas mujeres cuyas cumplidas palabras pueden reflejar un club de libro, o un club de bridge, o cualquier otro mortal comercialismo, pero nunca su alma; mujeres desprovistas por completo de humorismo; mujeres absolutamente indiferentes, en el fondo, a la docena de temas posibles para una conversación en una sala, pero muy cuidadosas sobre normas de conversación, a través de cuyo luminoso celofán pueden distinguirse sin esfuerzo apetitosas frustraciones - debo salir de aquí pronto- me dije a mi mismo.
-yo y Lo tenemos nuestros cuartos por allá- ¿Lo? debía ser la criada, y la Kaulitz apenas y se estremeció cuando pasamos por aquel pequeño cuarto de baño que ya hacia abandonado y en extremo sucio; - veo que no se convence mucho de este lugar.... confieso que no es una casa muy ohm pulcra pero le aseguro- y me miro los labios - que estará muy cómodo de verdad que si, permítame que le enseñe el jardín-
La seguí caminando y mire un calcetín blanco, y de pronto hubo un estallido de verdor y pude verla allí semidesnuda y de rodillas a mi amor de la Riviera a mi amor que sin descaro me espió bajo sus lentes negros.
Era la misma niña los mismos hombros bronceados y piel de miel, la misma espalda esbelta, desnuda sedosa, el mismo pelo castaño, sus ojos color marrón inundaban mi ser los mismos rasgos juveniles pero ella en verdad que era El. Los veinticinco años vividos desde entonces se empequeñecieron hasta un latido agonio, hasta desaparecer.
Pero no me ilusione, señores del jurado, ustedes consideraran esto como solo ideas de alguien asqueroso y enfermo.
- Ese es mi Bill- dijo de forma maternal - y esas son mis azucenas, azucenas es un nombre hermoso no cree?-
- si hermoso- y sonreí y supe que lo amaba.
Pocos días después me mude a la casa Kaulitz y el diario que me propongo exponer abarca casi todo el verano.
Porque su modo de andar me excitaba tan escandalizada mente?
Si le mostramos a un hombre ¨normal¨ la foto de un grupo de colegialas y le pedimos que señale a la mas hermosa no siempre escogerá al pequeño ninfulo que hay entre ellos, se necesita ser un artista un loco, abrumado por la vergüenza la melancolía y la desesperación para distinguir entre todas al diablillo mortífero. y allí esta no reconocido por los demás e inconsciente el mismo de su fantástico poder.
Nunca e experimentado tal agonía me gustaría poder describir su cara, sus manos... y no puedo, porque mi propio deseo me ciega cuando ella esta cerca. solo recuerdo el pálido de sus obscuros ojos vacíos, a las pequeñas pecas de su nariz respingada, a su lunar bajo el labio muy marcado, al bello rubio de sus piernas tostadas, pero lo rompí y ahora no puedo recordarlo.
solo recuerdo una que otra cosa, pelo castaño pero tintado de negro, los labios rojos como un caramelo, el labio inferíos grueso y el inferior ligeramente hinchado, ¡Oh, si yo fuera una escritora que pudiera hacerla posar bajo una luz desnuda pero soy solo Tom Trumper, huesudo y de poco pelo en pecho, con espesas cejas negras, acento curioso y un oscuro pozo de monstruos que se pudren tras una sonrisa de muchacho.
Lo que me enloquece en mi ninfulo quizá ahora en cada uno, es aquella mezcla de ternura y soñadora puerilidad, con la especie de vulgaridad que el emanaba con sus caras bonitas, berrinches y pequeños arranques de egoísmos que me volvían loco, sumamente loco. y lo mas singular es que el, este Lolito, mi Lolito, ha individualizado mi antiguo deseo, de modo que por encima de todo esta... LOLITO♥